El café como elemento dinamizador del sistema turístico

Por: Mariana Morales Martínez

Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el café en Costa Rica pasó a ser un elemento de gran importancia no solo para la economía de un país postindependista que buscaba rápidamente hacerse camino en el mercado internacional y favorecer su crecimiento como nación, sino también se convirtió en un elemento determinante en las sociedades costarricenses que, debido al gran intercambio de producto, costumbres, tradiciones y vivencias, fue tomando cabida y estableciéndose como parte de la identidad del vivir del costarricense, que era labriego o bien que vigilaba la buena mantención de sus terrenos. Y es que para nadie es un secreto que el afloramiento acelerado del café como producto principal de del desarrollo en el país, tuvo grandes repercusiones a nivel nacional, la economía creció incluso estableciendo alianzas con gran parte de Europa, siendo Francia e Inglaterra los principales compradores. Se daban intercambios culturales y acuerdos de negocios, se empezó a dar un aumento en las personas que podían estudiar fuera de Costa Rica y la sociedad empezó a adoptar un modo de vida influenciado por las culturas europeas, todo a raíz de los intercambios de café con esta región del planeta (Vega, 2005).

Es curioso observar como este producto se volvió parte del costarricense; varios autores difieren que este se deba considerar como tal, como un determinante en la identidad nacional, pero si se observa detalladamente han transcurrido casi 190 años en el que el café sigue manteniéndose como una actividad de comportamiento costarricense que prevalece a través de las nuevas generaciones. Las vivencias colectivas que comentaban aquellos que quizá ya dejaron en este mundo, reiteraban sus labores en los beneficios, patios de secado y cafetales en el gran Valle Central, el como sus padres, ellos y sus predecesores también formaron parte de un sistema regido por el cultivo y exportación del famoso “grano de oro”, que abrió puertas para un desarrollo más amplio del país para con el mundo (Vega, 2005).

Florea del café en Tarrazú.

Ahora bien, dentro de esta concepción que surge alrededor del café debe resaltarse que hay acontecimientos que determinan si efectivamente puede considerársele a este grano tan valioso, un elemento que forma parte de la identidad nacional del costarricense. Para ello hay que partir del conocimiento de que una identidad nacional nace de la idea de pertenencia, de formar parte de un grupo de la sociedad en donde la persona se sienta identificada a través de las prácticas, costumbres y tradiciones. ¿Por qué entonces varios autores enmarcan el café como parte de esta idea y no cómo una idealización específica integrada a la identidad del costarricense?, esto puede deberse quizá por las incongruencias en el apego del ciudadano al café y sus prácticas, en como estas se centralizaron en adoptar formas de tomar la bebida al estilo europeo, también en el  impacto social acarreado detrás de su producción. Se crea un imaginario en donde el costarricense en una persona blanca, católica, pacífica, de buenas costumbres y de buen proceder, excluyendo en gran parte todas las otras áreas que no eran contempladas dentro del Valle Central, no se puede considerar identidad nacional a algo que no toma en cuenta a todo el colectivo nacional. Es llamativo como el café ha tomado lugar en la sociedad costarricense como un agente dinamizador de la economía, a lo largo de la historia de Costa Rica ha mantenido ya sea una gran representación como gran generador de ganancia, inclusive como factor principal, hasta pasar a ser una actividad más de segundo plano superada por las labores industriales o bien por la actual actividad económica más importante para Costa Rica: el turismo.

El café es parte de la tradición costarricense y actualmente uno de los símbolos nacionales.

El costarricense ha adoptado el café dentro de su dieta, dentro de sus fuentes de empleo principales (ya siendo productor o colector), dentro de sus tradiciones y costumbres pero es irónico cómo el mismo costarricense, no sepa como definir el sabor y la importancia de valor de este grano. En el país se ha adoptado el consumo del café con leche y azúcar y esto muchas veces desplaza el verdadero sabor que caracteriza al mismo, un sabor que muchos paladares que se han criado bajo la idea de que hay que tomar esta bebida a diario porque es parte de la vida costarricense aún desconocen. Gamboa (2016) menciona, que la ingesta de café como tradición: “…había sido la causante de una inmensa paradoja: los que más sabíamos acerca de cómo producir el mejor café del mundo, éramos incapaces de decir a qué sabía” (p.172).

Camas de secado de café artesanal, Tarrazú.

La necesidad de las empresas dedicadas actualmente a la producción, empaque y distribución del café, responde a encontrar nuevos horizontes para la economía de este producto. Esta idea ha generado que se le preste mayor atención a la gastronomia, no viendo al grano de café como un producto solamente,  sino como un elemento interpretable ya sea por medio de la actividad turística o su integración a otros productos.  En el caso del turismo, se la da la oportunidad a los visitantes de conocer los procesos detrás de la fabricación de la bebida, brindando al visitante toda una experiencia participativa en donde conozca, viva, pruebe, deguste y saboree la verdadera esencia del café. En Costa Rica, este ha sido un mercado que poco a poco ha tomado cabida dentro de las prácticas ecoturísticas en varias zonas del país, pueblos cafetaleros tradicionales como Sarchí, Zarcero, Poás, Montes de Oro, Cachí, Aquiares, San Marcos de Tarrazú, San Gerardo de Dota, etc., han sabido sacar provecho turístico a su grano de oro (Gamboa, 2016).

Almácigo de café, Tarrazú.

Resulta interesante analizar cómo dentro de lo que menciona Gambia (2016), recalca el inicio de los tours de café en el país en el año 1991, estos primordialmente dirigido a extranjeros, de ahí que estos sean más conocidos como “Coffee Tours”; pese que la empresa Britt fue pionera en esta área, muchos otros emprendimientos relacionados al turismo rural o al turismo ecológico, cuyas zonas de uso público conservan relación con el café, han emulado esta iniciativa y han empezado a vender este servicio turístico. El café como elemento dinamizador otorga nuevas áreas de acción para el turismo, brinda oportunidades de desarrollo para zonas que dependen de esta actividad, este hecho no tiene que verse limitado a simplemente atraer turistas solamente para que disfruten de la belleza escénicas, naturales y de biodiversidad, sino que se pueden combinar las actividades que se ofrecen para el disfrute del visitante, el poder trasmitir el arte de la creación de una deliciosa taza de café es un producto turístico que brinda al país un mayor alcance en su atractivo turístico. Costa Rica aún tiene grandes áreas que explorar turísticamente, incluso se ha hecho un gran avance al querer considerar al café como símbolo patrio en el desarrollo económico, social y cultural; esto refleja la importancia que tiene este grano y las oportunidades que pueden obtenerse del mismo para  el país (Madrigal, 2020).

Mariana Morales Martínez, es estudiante de IV año de la carrera Turismo Ecológico en el Recinto Paraíso, Sede del Atlántico, de la Universidad de Costa Rica.

Referencias Bibliográficas

Gamboa, J. (2016). Café de Costa Rica: Innovación y sostenibilidad Café de Costa Rica. San

José: Instituto del Café de Costa Rica. http://cafedecostarica.com/docs/cafedecostarica.pdf

Vega, P. (2005). Con sabor a tertulia: historia del consumo de café en Costa Rica 1840-1940.

San José: Editorial UCR. https://books.google.co.cr/books?id=uqHNCRlnbhgC&printsec=copyright#v=onepage&q&f=false

Madrigal, L. (7 de enero de 2020). El café: nuevo símbolo nacional de Costa Rica. DELFINO.